Ésta es una película, que como ya me pasó al ver otras también francesas como El Año Pasado en Marienbad o La Jetée, uno termina viéndola dejándole más preguntas que respuestas. ¡Pero qué película tan curiosa y única oigan!
El señor Oscar ( Denis Lavant) es un tipo que trabaja llevando múltiples vidas. Se monta en una larguísima limusina y la mujer chófer le lleva a diferentes eventos en los cuales Oscar se caracteriza con maquillajes, pelucas, o lo que haga falta para interpretar un trocito de vida. Una anciana indigente, un vagabundo come-flores, un especialista en captura de movimientos, un padre responsable que va en busca de su hija a la salida de una fiesta, un ganster implacable...El interior de la limusina está repleto de todo tipo de artilugios y utensilios para llevar a cabo su transformación, según requiera el evento que toque.
Tratar de entender o desentrañar las intenciones del director Léos Carax con este filme es un ejercicio arduo. Yo tengo mi propia interpretación; y es que creo que Carax quiere dar a entender que la vida misma es puro teatro, y que todos desempeñamos un papel en ella, o más bien diría que varios, y todos ellos en un solo día. La vida es como una película que pasa delante de nuestras narices y nosotros somos los protagonistas. Todo esto va cobrando sentido hacia el último tercio del film. Y qué decir del final; a mí me dejó absolutamente perplejo.
Me gustaría destacar la interpretación de Denis Lavant, me ha parecido enorme. Su capacidad de tranformación en cada uno de los eventos es increíble. Y no sólo por el maquillaje, que hace que cambie totalmente su cara, sino porque gestualmente, en su forma de caminar o de moverse, hace que parezca una persona diferente cada vez. Como dato curioso, decir que en la película participa Kilie Minogue y Eva Mendes, en unas interpretaciones no menos curiosas ¡Como toda la peli!
Algunas críticas la ponen por las nubes, otras la tachan de mediocridad. Vedla y sacad vuestras propias conclusiones.
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